Las sustancias psicoactivas son diversos compuestos naturales o sintéticos que actúan sobre el sistema nervioso alterando la función de regular los pensamientos, las emociones y la conducta. Existen disposiciones para controlar y vigilar el uso de estas sustancias, ya sea para uso recreativo, como el alcohol o el tabaco; para uso farmacológico, como los sedantes o analgésicos opiáceos, o para uso general, como los solventes industriales. Existe un grupo cuyo uso se considera ilegal y solo está autorizado con fines médicos o de investigación, como es el caso de la cocaína y sus derivados. El consumo de sustancias psicoactivas implica siempre un riesgo de cierto grado de consecuencias adversas para diferentes órganos y sistemas, que pueden producirse a corto plazo, como la intoxicación, que aumenta el riesgo de lesiones por accidentes o agresiones, así como el sexo en condiciones inseguras.
El uso repetido y prolongado en el tiempo de estas sustancias, favorece el desarrollo de trastornos por dependencia, que son trastornos crónicos y recurrentes, caracterizados por necesidad intensa de la sustancia y pérdida de la capacidad de controlar su consumo, a pesar de consecuencias adversas en el estado de salud o en el funcionamiento interpersonal, familiar, académico, laboral o legal.
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